HALLOWEEN
Hace más de 2.000 años, la noche de Samhain, los celtas apagaban
las luces y esperaban que la muerte no tocara a sus puertas. Esa noche era
especial, los espíritus volvían a caminar por la tierra, buscando poseer a los
vivos. Por eso no se encendía ningún fuego, las casas permanecían frías y
oscuras, sus dueños se vestían fúnebremente para evitar la atención de los
muertos.
Así celebraban los celtas el final del
verano y las cosechas y, con ello, el comienzo de un año nuevo. “All Hallows Eve” es el nombre anglosajón que con
los siglos fue dándosele a esta particular tradición, la víspera del Día de
Todos los Santos, que a través del tiempo y el espacio se deformaría en la
palabra “Halloween”.
A pesar de
su origen tenebroso, quizá lo más curioso de esta celebración no sea su
carácter lúgubre, sino la mezcolanza de rasgos culturales que hoy en día
aglutina en una sola fecha las tradiciones de varios pueblos.Al conquistar
parte de las Islas Británicas, los romanos adquirieron parte de las
celebraciones celtas, e incorporaron en su calendario el
particular festejo del fin de año celta. Como es reconocido, la Iglesia
es en parte una de las instituciones que mejor perpetuó el bagaje cultural de
la civilización romana, a través de herramientas como el latín y la escritura.
Luego de las invasiones germanas y la caída de Roma, la Iglesia fue el único reproductor de los
antiguos escritos romanos y griegos, que muchas veces fueron adaptados a la fe
católica.
Así fue
como, en el siglo VII d.C., el papa Bonifacio
IV incorporó la antigua tradición celta, que figuraba en el
calendario romano y se practicaba en las tierras bretonas, al conjunto
de las celebraciones cristianas con el nombre de la víspera del Día de Todos
los Santos, en un intento de darle un marco sagrado a la arraigada
tradición pagana.Sin embargo, la celebración de “All Hallows Eve” aún no
había dejado de transformarse. Hacia el año 1845, Irlanda experimentó su
peor crisis económica y social, en lo que se llamaría más tarde la Gran Hambruna Irlandesa. Millones de irlandeses
emigraron a otros países en busca de trabajo, siendo los recientes Estados
Unidos de América el principal destino de los exiliados. Los irlandeses
llevaron sus tradiciones, y así fue como All Hallows Eve se convirtió en Halloween.
Con la intervención norteamericana, la celebración tomó un cariz mucho más
pintoresco, cuando no comercial.
Debe hacerse
una mención especial a otra celebración americana, tan antigua (incluso más)
como la celta que también rinde culto a sus muertos y se desarrolla (nuevamente
a través de la intervención eclesiástica) durante estos mismos días. Se trata
del Día de los
Muertos, cuyo origen se remonta a las civilizaciones precolombinas y
hoy en día se festeja México y otros países centroamericanos.
Mientras
tanto, es irónico observar cómo la celebración de Halloween se afianza
en varios países de Europa, continente en donde se originó, a través de
la globalización. Si bien es cierto que el nuevo orden mundial imperialista
impone las costumbres de la metrópoli hacia la periferia, no deja de ser
significativo el periplo histórico al que se vio sometida la celebración de la
noche del 31 de octubre.
Aquí os pongo una página de internet para que investigeís más: